Wednesday, November 22, 2006

Sex Pistols


Un sucio negocio
Por Alejandro González Castillo
(Texto publicado en Adicta No. 1, abril, 2006.)

Resulta difícil pensar en la palabra punk y deshacerse de la imagen de Sid Vicious y Jhonny Rotten, quienes le ponían rostro a The Sex Pistols, el grupo encargado de acuñar esa frase que negaba la existencia de un mañana. Pero a diferencia de Jhonny Rotten y sus compinches, Malcom McLaren, el artífice de ese combo, sí vislumbraba un futuro. Quizá no consideraba que el negocio llegaría tan lejos, pero sí estaba seguro de que la palabra punk, anunciada correctamente en las marquesinas, generaría una gran cantidad de dinero. Aunque Rotten pataleé y se canse de declarar lo contrario, sin el toque y visión de Malcom esos cuatro probablemente jamás hubieran salido de las coladeras (aunque en realidad jamás lo hicieron); la verdad es que ese comerciante de apellido McLaren se cruzó en su camino en el momento apropiado. Cuatro adolescentes furiosos con la sociedad que los rodeaba y asfixiaba eran inofensivos, pero si a la vez eran suficientemente ignorantes como para dejarse manipular por un sujeto tan ambicioso como él, y si se les colgaban instrumentos para que gritaran lo que los encabronaba, entonces el efectivo comenzaría a fluir con relativa sencillez. Prácticamente desde su nacimiento los Pistols fueron un gran negocio; desde la ropa que McLaren exhibía en las vitrinas de su tienda SEX, pasando por las cantidades escandalosas de discos que The Sex Pistols vendía y claro, los millonarios contratos que el cuarteto firmó con diversas disqueras. Para desgracia de McLaren y claro, Rotten, Paul Cook, Steve Jones, Glen Matlock y también Sid Vicious, esa fuente de dinero con voltios dejó de funcionar muy pronto, al menos para ellos. Quién creería entonces, en aquellos setentas, que muchos años después de su disolución, con sus integrantes viejos y abotagados, The Sex Pistols decidirían reunirse para hacer una gira llamada Never Mind The Sex Pistols, Here´s The Filthy Lucre, declarando sin empacho que lo único que querían era echar a andar esa vieja máquina de billetes.

"Cuando The Sex Pistols se reunieron en Europa, yo estaba de gira y no pude verlos. Pero me puso muy feliz que les pagaran algo, porque ellos fueron los que empezaron todo. Los que empiezan algo nunca son recompensados. Para mí, fue un acto de justicia más allá de lo artístico. No les pagaban nada en su momento".
Joe Strummer (The Clash).

¿Es que está mal venderse? ¿Por qué es incorrecto? ¿Por qué sentirse molestos, defraudados, cuando el propio grupo siempre se consideró a sí mismo como una especie de broma pesada de la que había que desconfiar? El rock & roll siempre tomó la mano de la TV para expandir su rango de infección, y siempre existió un patrocinador de por medio, así que el contrato fue firmado a la vista de todos desde el comienzo. Además, si algo se empeñaron en enseñar grupos como The Sex Pistols fue precisamente que se trataba de divertirse, de arrojarse la comida y jugar con los cubiertos sin preocuparse demasiado por lo que sucedía debajo de la mesa, y la TV siempre fue el contrincante de juegos perfecto. Como ejemplo está la conocida disputa verbal entre los miembros del grupo y Bill Grundy en ITV, todo un espectáculo donde el conjunto, un bulto de adolescentes irredentos, se dedicó a insultar a un representante del sistema, un entrevistador borracho. Ahí quedó muy claro lo sencillo que resultaba provocar a esos punks para con ello entretener a una audiencia que quizá podría sentirse intimidada por la apariencia de esos cuatro desaliñados, pero difícilmente ofendida o escandalizada por el repertorio de insultos que presumían. No era más que un show donde el bufón tenía los cabellos erizados y repetía fuck hasta el hartazgo, como un viejo chiste. A primera vista parecería que aquella vez los Pistols no pudieron ser más provocadores e incisivos, pero en realidad ¿quién estaba utilizando a quién?

Yo no soy un punk, tampoco sé por qué algunos me consideran el padrino del punk. ¿Cómo definir el punk? (...) Supongo que podrías decir que James Dean representaba al punk en Rebelde Sin Causa, pero, ¿entonces lo era? Creo que el llamado movimiento punk es de hecho una creación de los medios de comunicación de masas.
William Burroughs.

Esos medios de comunicación de masas. Un hogar para The Sex Pistols y su visión del punk; una mirada muy distinta a la de grupos como Ramones o The Clash. Clientes habituales de los tabloides sensacionalistas ingleses, The Sex Pistols se convirtieron muy pronto precisamente en eso que detestaban; una marca que producía miles de libras y no precisamente gracias a su música, sino a su constante aparición en tabloides sensacionalistas del calibre de The Sun. Finalmente, con una rapidez sorprendente, todo el engranaje que el grupo maldecía fue tragándose lo que se supone parecía inviolable. Y durante ese proceso la máquina registradora seguía reportando entradas de efectivo. En cuanto al sonido, los encargados de ejecutarlo, el mismo Rotten, Paul Cook, Steve Jones y Glen Matlock (¿alguien se atreve a mencionar a Vicious como un ejecutante del bajo?), estaban lejos de ser unos virtuosos, después de todo se trataba de que cualquiera podía colgarse un instrumento y hacerlo sonar, sólo hacía falta querer. Por esa razón himnos de corrosión como “Pretty Vacant” o “EMI” difícilmente serán superados, ese sonido brutal y rasposo. Por fortuna su acercamiento al ruido se daba de manera intuitiva, instintiva, exactamente igual que los movimientos de su boca para escupir palabras. Así que encontrar incongruencias en la articulación de su discurso es fácil. Por ejemplo, aunque ellos mismos solían decir que detestaban a esos súper grupos que hinchaban sus billeteras con giras apoteósicas, en sus comienzos esos cuatro ensayaban una versión de “Subtitue”, de The Who, y hay cintas que lo comprueban. En cuanto a las drogas, bueno, el final de Sid Vicious, como esclavo de ellas, no es congruente con el odio que profesaban hacia los hippies por el simple hecho de que su “vida giraba entorno a las drogas”.

“Trabajas con las herramientas que tienes. Y nosotros lo hicimos bien sin que nos importara un carajo. De un modo extraño, nuestra ignorancia de lo que era el establishment musical fue nuestro más grande punto a favor. Pienso que uno se hace más vivo a lo largo de los años, pero si hubiera sido tan vivo entonces como ahora, no habría funcionado. Habría estado demasiado al tanto de todo lo negativo”.
Johnny Rotten.

No es un secreto que la marca ya está patentada, pero desde el comienzo fue así. Tal como a fines de los setenta ocurría, la etiqueta cuelga de la ropa y sólo hay que localizar con la mirada a alguien con finta de punk cocinado en microondas; pantalones entallados, converse de quinientos pesos, cabello delicadamente erizado, camiseta de Ramones… para saber que bajo esas fachas no hay más que un obediente comprador. El negocio del punk abrió hace casi treinta años, y como todos los negocios sólo ha tenido temporadas malas, pero la tienda sigue abierta y siempre hay alguien cruzando la puerta dispuesto a invertir en un trozo de rebeldía. La rabia de esos viejos Pistols no puede dudarse mientras revienta “No Feelings”, o “Anarchy in the UK”, pero detrás de ese ruido qué existía ¿un conjunto manipulado? ¿Justo dónde comenzó la estafa? Para quienes tengan planeado dictarles una sentencia por agachar la cabeza ante McLaren y convertirse justo en todo lo que solían odiar, los mismos Pistols reservaron un grito como respuesta en “Good Save The Queen” que además opera como una certera premonición de lo que vendría: “Cuando no hay futuro ¿cómo puede haber pecado? Somos las flores del bote de basura, somos el veneno de tu máquina humana. Somos el futuro, eres el futuro”.

Monday, November 06, 2006

Los Tres


El retorno de los freaks
Por Alejandro González Castillo
Entrevista publicada en La Mosca (portada de Jim Morrison, no recuerdo el número ni el mes).


La del conjunto chileno Los Tres, ha sido una historia ajena a los lugares comunes que suelen visitar el grueso de grupos de la escena de rock cantado en español. Más que freaks, más que unos pesados, Álvaro Henríquez, Roberto Lindl, Ángel Parra y Pancho Molina solían presumir sin empacho su admiración por Gene Vincent, The Kinks o Ennio Morricone -y su empeño por lucir una facha sofisticada pero grasienta- con los noventa en pleno; cuando lo “cool” era hacerse el enojado y vestirse con harapos. Entonces, el cuarteto sureño resultaba ser esa clase de invitado que temes invitar a tu fiesta porque tiene el mal gusto de contar chistes que sólo él celebra. Devoraron todos los bocadillos, robaron pista bailando aparatosamente; el grupo dejó suficientes motivos para ser recordado después de que anunciara repentinamente su disolución, hace seis años. Y bueno, los invitados indeseables suelen rondar la banqueta con el trago en la mano, así que Los Tres han vuelto, esta vez sin Pancho Molina y con un nuevo disco: Hágalo usted mismo. Detalles que Ángel Parra, el encargado de la guitarra, detalla para La Mosca.
¿Cómo ocurrió el reencuentro?
Álvaro nos invitó a comer, a Roberto y a mí, a su casa. Ahí nos contó que tenía algunas canciones que le sugerían que quienes las deberían tocar éramos nosotros, Los Tres, y no la banda que lo acompaña como solista. Se sentó al piano y nos tocó “Camino”, de ahí hubo más reuniones donde nos juntamos a escuchar los temas nuevos y a componer. Todo fue bastante rápido; él tenía como tres temas listos y terminamos otros seis en un mes. Así ha sido siempre el proceso de composición de Los Tres, inmediato y espontáneo. Entre nosotros existe una complicidad, una cultura musical compartida que hace que los códigos musicales sean obvios. No somos músicos “hueseros”, como se les llama acá, sino que compartimos nuestras influencias: el rock & roll, el rockabilly, el folklore chileno y latinoamericano. Eso permite que al ensayar todo resulte muy fácil.
Es en Nueva York donde han estado confeccionando su nuevo disco, cuéntame un poco al respecto.
Al comienzo trabajamos con Steve Jordan, un gran baterista de jazz. Con él partimos en el primer día de grabación haciendo cuatro temas en una tarde. Después, a los diez días, llegó Meme (Café Tacvba) de México, con muchas ideas; agarraba las estructuras y nos decía: qué tal si aquí sacamos la batería y solo dejamos el piano con la voz para que después entre la guitarra. También trabajamos con Joe Blaney, un dinosaurio de la grabación que tiene un solo computador en el estudio que no usa mas que para mirar los mail´s. Tiene toda la cosa digital pero ¿para qué usarla? Él siempre ha conseguido sacar un gran sonido con máquinas antiguas, con micrófonos maravillosos y su increíble colección de guitarras y amplificadores. Tenemos en común esa cosa, la afección por lo antiguo, por el vintage. Con él combinamos muy bien.
¿Crees que este nuevo disco sea la continuación de La sangre en el cuerpo, el último disco que grabaron Los Tres con su encarnación original?
Todos los discos de Los Tres tienen una conexión, aunque diría que en los primeros perdimos un poco la dirección; hay uno que se llama Se remata el siglo, que tiene influencias de AC/DC y Black Sabbath; tiene buenos temas, pero los produjo Mario Breuer y nunca nos dejó contentos en el estudio. Después retomamos el camino con La espada y la pared, Fome y La sangre en el cuerpo.
Hablando de perder la dirección, ¿recuerdas cuando salieron en el programa de Don Francisco?
Claro. Esa vez nos contrataron por una suma importante de plata para ir al programa. La idea era que este tipo se nos acercara y nos hiciera una pregunta; nuestra opinión sobre el divorcio o algo así de ridículo de lo cual no queríamos formar parte. Fue bastante fuerte lo que ocurrió porque bueno, nosotros tocamos un tema y cuando él llegó con el micrófono a preguntarnos ya no había nadie. Eso nos cerró las puertas de Miami.
Acá en México llegaron a tocar en un programa inefable que conducía Daniela Romo.
La Daniela Romo, la recuerdo perfectamente. ¡Y tocamos junto a Maná! Entrar a Televisa, penetrar en ese mundo, fue algo muy extraño. Nos llevó ahí nuestro antiguo sello y para nosotros fue súper complicado estar metidos en un lugar que no queríamos. Esa clase de situaciones nos orillaba a actos radicales. No sé, alguna vez Álvaro en un programa que pasaba a la hora del almuerzo, con un animador muy popular acá, de ojos claros, gordo… no recuerdo su nombre…
¿Paco Stanley?
Sí, ¡Paco Stanley! Pues un minuto antes de salir a cuadro, Álvaro se puso una camiseta del sub comandante Marcos y salió con ella a escena. Y la verdad es que la gente de Televisa procuró que la imagen no saliera en la TV, entonces no estaban muy contentos con ese tipo.
Quizá esa suerte de incomprensión ya esté en el olvido, ahora forman parte del cancionero del rocker promedio gracias a los “covers” que Café Tacvba hizo de algunas de sus canciones.
Eso nos parece genial. En los primeros viajes que hicimos acá, hace nueve años, nos dábamos cuenta de esa incomprensión de la que hablas, en la que tuvo qué ver nuestra disquera y antigua manager; yo creo que resultaba un poco extraño para la gente ver a una banda como la nuestra. Cuando Álvaro me llamó y me contó lo de Vale Callampa y Café Tacvba, me sorprendió mucho, pero no lo veía como algo trascendente para mí porque ya estábamos separados y yo estaba con mi grupo de jazz y mis clases de guitarra en la Universidad, no veía una reunión posible. Ahora vemos una reacción de cariño de la gente en la calle, quieren escuchar a quienes compusieron esa música.
¿Y hasta cuándo durará este reencuentro?
Yo creo que puede durar bastante. Al comienzo Roberto y yo estábamos un poco cautos, con una especie de anticuerpos para defendernos de lo que sucedería, pero después de las canciones que hemos hecho nos dimos cuenta que nunca vamos a hacer mejor música que la que hacemos juntos. Lo de Álvaro como solista es buenísimo, lo que hemos hecho Roberto y yo con el conjunto de jazz también es genial, pero cuando nos juntamos como Los Tres ocurre algo mucho más importante todavía, y hay que tratar de preservarlo.

surferofiero@yahoo.com.mx