Friday, December 28, 2007

Los dos discos del 2007 (ignoren el resto de las listas, son para maricas, con este par de platos basta y sobra)


The Aliens
Astronomy for Dogs
Pet Rock/ EMI, 2007
Gordon Anderson, John MaClaen y Robin Jones se conocieron cuando adolescentes y, junto a otros perturbados, formaron un prometedor grupo llamado The Beta Band. Por esos días la dieta de Anderson consistía en 40 hongos “mágicos” sopeaditos en LSD a diario, lo que le provocó una congestión, literalmente, bestial. “Fue el caso clásico de posesión demoníaca- explica él mismo- algo que no era yo me tragó hasta incluso ordenarme que matara a mi hermano”. Los médicos lo tuvieron muy claro: esquizofrenia. Tratamiento: descargas eléctricas y dotaciones brutales de drogas legales durante casi diez años de reclusión en un sanatorio. Tras el desmembramiento de The Beta Band en el 2004, MaClaen y Jones decidieron buscar al “poseído” para que les enseñara las 5000 (¡cincomil!) composiciones que decía tener. Algunas de ellas pueden escucharse en el primer EP del trío bajo el nombre de The Aliens, Alienoid Starmonica, pero esta vez hablaré de los once tracks que aloja su sicodélico álbum debut: Astronomy for dogs.

Que alguien me diga qué ese “algo” que poseen estas composiciones. Parece que Gordon, John y Robin han untado un vaho de polvo cósmico en el CD y que por eso escucharlo resulta ser una experiencia perturbadora. Pleno de pop ácido, a veces brutalmente frenético y por momentos evocador de una melancolía insondable, Astronomía para perros se escucha con los oídos bien limpios, para así permitir que los audífonos hagan las de telescopio. Y que no se caiga en la tentación de alegar que por momentos el conjunto se extravía, que divaga y parece que se dirige a ninguna parte; qué tal mejor aceptar que uno como escucha se rinde, que es difícil sostener el trote de los tracks. Veamos quién es capaz de escuchar "She don´t love anymore" sin que le tiemblen las mejillas: "I was ten years in a mental asylum, you were the one who came to visit me, you took my mind and set me free...", así suena el lamento ácido y amargo del buen Anderson. Vaya manera de referirse a su más cuerdo estado mental acompañado de una dulcísima instrumentación. En la otra esquina está "The happy song", una especie de Himno a la Alegría para tipos deshauciados que repentinamente encuentran la felicidad en la simpleza de sorber te por las mañanas. No hay que olvidar que estas son las composiciones de un hombre, Gordon Anderson, con el cerebro chamuscado gracias a prolongadas sesiones de descargas eléctricas. Por el sólo hecho de haber escapado del sanatorio para refugiarse en un estudio de grabación en Roswell, Nuevo México, y así permitirnos escuchar sus ondas cerebrales latiendo en nuestras bocinas caseras, se merece un brindis. Cada quien sabrá si las copas deben contener ponche de ácido lisérgico o de frutas tropicales.


Wilco
Sky blue sky
Nonesuch, 2007

¿Recuerdas cuando estuvimos en la playa? Compramos una botella de vino barato y nos la bebimos sobre la arena. Esa ocasión pasamos la mañana untados en la orilla del mar y cuando la tarde llegó nos cambiamos de costa. Atravesamos unas dos montañas y llegamos a Salvaje, ahí me revolqué entre olas. El agua estaba fría y tú no quisiste mojarte, compramos cerveza y vimos el sol caer. Hicimos un viaje muy largo para llegar hasta allá. Pero casi no nos dimos cuenta de eso, fue como un suspiro prolongado. Simplemente llegamos y miramos las nubes perderse en el horizonte, entre olas y espuma. Tendimos una toalla y brindamos. Estábamos muy contentos los dos, pero repentinamente dijiste que te ibas. Y era en serio, tenías que hacerlo. Supe que sería inútil intentar cambiar el plan, así que sólo dije “hasta pronto”, pero en realidad no sabía lo que ocurriría. Te vi subir decenas de escalones, perderte entre rocas mientras tu mano decía “adiós”; agitándose lentamente. Yo correspondía al movimiento, mortificado y triste. Y es que tú y yo, los dos, estábamos tan lejos de casa, tanto, que por un segundo pensé que cuando desaparecieras de mi vista correríamos el riesgo de no volver a encontrarnos nunca. Y sentí ganas de llorar. Eso sentí. Y lloré. Tú no te diste cuenta porque estabas muy lejos. Te mandé un beso, efusivo, como nunca antes. Luego te perdí de vista. Al volver la mirada me encontré con el mar. Seguía ahí.

Cuando escucho "On and on and on", la pieza que cierra este asombroso álbum, suelo pensar en ti. También recuerdo, inevitablemente, todo eso que se ha ido atorando en mi pecho y que, sin darme cuenta, no he dejado escapar. Claro que me acuerdo de cuando estuvimos en Barcelona y vimos a Jeff Tweedy en directo, pero también celebro que fuiste tú quien me impulsó a hacerme de este disco. Yo ya lo había botado -"demasiado caro" dije al tener en mis manos la edición acompañada de un DVD-. "Llévatelo", insististe. Y hoy te agradezco la necedad. Este álbum es maravilloso. Me fascina el solo de guitarra de Nels Cline en "Impossible Germany", ese tipo jamás se comportará como un vulgar; y qué decir de "Please be patient with me", sacudirse la tierra de la lengua nunca fue tan duro, y menos con esa guitarra acústica a lo "Julia". Claro que con esa canción también me acuerdo de ti, bueno, de los dos. Y es que a pesar de que hemos vuelto a vernos desde aquella visita a la playa Salvaje, seguro que así ha sido, te recuerdo como si esa vez nos hubiéramos dicho adiós para siempre. Creo que desde entonces las cosas cambiaron entre tú y yo. De alguna manera, esa tarde nos despedimos. Ahora somos diferentes. No puedo decir mucho al respecto, los dedos me tiemblan al intentarlo, sólo cuento que al escuchar este disco rememoro aquellos días en el mar. Porque en este trozo de plástico viven unos cuantos anhelos, y entre ellos está el que detalla nuestro próximo reencuentro.
surferofiero@yahoo.com.mx

Wednesday, December 19, 2007

Los seis mejores discos de pop cantado en español del 2007


__________________________________________________
Faca
Mi deporte favorito
Nuevos Ricos, 2007

¿Quién es Faca? ¿La mujer que aparece en las fotos que se incluyen en este disco? Si así es, yo la quiero conocer. Supongo que es de las que disparan las caguamas, de las que no arrugan la nariz cuando se trata de que más de cuatro beban del mismo envase. La veo y me la imagino por la mañana, arreglándose el greñero, escogiendo sus botas y su vestido. Sí, la quiero conocer. Y también quiero visitar su cuarto de ensayo; debe estar tapizado de terciopelo atigrado y seguro apesta a incienso barato. Claro que me gustaría platicar un rato con ella, pero lo que preferiría que hiciéramos juntos sería llegar a una fiesta tomados de la mano. Eso sí, les estoy hablando de una charanga polvorienta en las esquinas de la ciudad. Los dos bailaríamos su disco entero toda la noche y los presentes nos harían rueda. Vendrían las palmas, los brindis. Seríamos la sensación con el impulso de “Testosterona”, “Nightshot”, “Tijuanas adicción”, “Bronco” o “Bafaleferifi Afa”. ¿Alguno de ustedes conoce a la tal Faca? ¿Alguien podrá presentármela para convivir con ella en estas posadas?


__________________________________________________
Love of Lesbian
Cuentos Chinos para Niños del Japón
Naïve, 2007.

El quinteto catalán Love Of Lesbian ya doma el oficio: su pop tiene la capacidad de encantar con esos acordes, dulces como de cuento de hadas pero que relatan catástrofes emocionales de orden cósmico. Santi Balmes, el encargado de las letras, apenas sobrevive sin saber quién diablos es él mismo y encima tiene que soportar las necedades de cierta chica con imanes en la piel, empecinada en tambalearlo. Cómo no sentirse identificado. “Noches reversibles”, “Universos infinitos” o “La parábola del tonto” detallan la confusión, mientras “Villancico para mi cuñado Fernando”, “Shiwa” o “Me amo” le ponen risotadas sarcásticas al cataclismo.


__________________________________________________
Abraham Boba
Abraham Boba
Limbo Starr, 2007

David Cobas Pereiro se mudó de Vigo a Barcelona y en las maletas, entre ropa sucia, hizo bola su nombre real para cambiarlo por el de Abraham Boba। Y así ha firmado su álbum debut, un plato donde asolea reflexiones que más vale la pena hacerse con una botella de tinto a la mano -digamos que si de ponerse meditabundo se trata lo mejor es hacerlo con clase-. Arropado con ánimo sobrio y sofisticado -voz honda y relajada acompañada de clarinete, piano, contrabajo, Rhodes, escobetillas y violines-, sin que eso signifique ponerse serio y pedante, Boba no se anda con hipérboles para granosos a la hora de hurgar dentro de sí y de quienes lo rodean. Tal como la contraportada anuncia, el tipo se ha sentado al piano con el librero cerca para componer una decena de canciones hedientas a Mediterráneo y armadas de palabras escogidas con muy buen tino. Pop exquisito que se atora en los pulmones, como el viento húmedo de Cataluña.


__________________________________________________
Dr. Fanatik
Es mi heroína
Laguna Negra, 2007

Dicen que si el Dr. Fanatik se dedicara a ventilar todo lo que sabe del ambiente rockero nacional –underground y comercial- le lloverían demandas. Con un pasado que presume haber formado parte de Manola Elegante (pioneros del techno en México), La Suciedad de las Sirvientas Puercas (al lado de miembros de Caifanes y La Barranca) y otros tantos de emblemáticos nombres, como Matrimonio Gay o Dos Fotos y tu Acta de Nacimiento, este doctor le ha puesto mugre a la escena subterránea desde las épocas del mítico Bar 9. Molesto con un rock nacional preocupado por obedecer a tientas los reclamos de la moda, el Dr. –acompañado de El Pollo- empaca esta ocasión siete tracks junto a tres videos y los vende bajo el nombre de Mi heroína, un disco donde lo mismo caben anécdotas de drogos con el coco tronado, que recuerdos de superhéroes mamados y cabrones junto a amigas celulíticas de botas industriales. Grabado en su propio estudio bajo las reglas del instinto, este plato del Fanatik no cabe en ningún estante de las tiendas de discos con el género limitado (¿o qué, esto es freak- industrial?); pretender venderlo como indie o cualquier barbaridad de ese calibre sería una necedad.


__________________________________________________
La Habitación Roja
Cuando ya no quede nada
Intolerancia/ Astro, 2007


El cuarteto valenciano La Habitación Roja lleva ya tres discos sin desperdicio al hilo; 4, Nuevos tiempos y el que hoy nos atañe: Cuando ya no quede nada. Su pop con actitud punkie relata con efectividad la sensación de miseria que uno aloja en el pecho cada vez que se despierta en la misma y apestosa ciudad de siempre; los deseos de arrojar escupitajos al ex presidente o las de deshacerse de las viejas canciones de amor que producen nausea. Grabado y mezclado por Steve Albini en Chicago, el nuevo álbum de LHR contiene más de lo mismo; ánimos de echarse a correr a sabiendas de que al final de la vereda seguramente existe un abismo. Una vez más avisan que se pueden sobrepasar los treinta de edad con el espíritu intacto, que cada grupo puede crear su propia escena si el talento está de su lado y que es un desperdicio hacerse el “universal” cantando en inglés cuando con el español pueden levantarse piezas memorables. Por cierto, la edición nacional de este plato contiene también el previo –Nuevos tiempos- prácticamente por el precio de uno. Todo un regalo.


____________________________________________
Gepe
Gepinto
Intolerancia, 2007.

"En Chile hay muy buenos músicos, pero hablando de importancia, trayectoria y contenido, la literatura es mucho más potente que la música o la pintura; la tradición oral chilena es mucho más rica en contenido y profundidad". Así habla Gepe, un chileno que ha hecho voltear a la pandilla folk del planeta hacía el cono sur de América gracias a su álbum debut, Gepinto, un disco partido en tres porque hay "canciones que están cerca del pop, pero también otras que podrían ser llamadas “experimentales”, más ligadas con el mundo electrónico". El tercer apartado es para los tracks que se ubican en tierra media, en un territorio vecino a los dos lados". Pero hay que advertir que cuando este sureño dice experimentar, está hablando de escudriñar entre vísceras con la voz como navaja; "mi parte menos pop recae en armonías vocales y letras exploratorias que colindan con elementos no tan claros, con un lenguaje más hermético. Yo llamo a eso experimentar".

Grabado junto a Rodrigo Santis con no más de cinco acordes por pieza y recursos limitados, Gepinto luce carencias como atributos en provocaciones del calibre de “Nihilo”, “Namas” o “Los trapenses”; puro pop barnizado con jugo gástrico y empacado gráficamente por el propio autor, en una tapa que por un lado tiene qué ver con la sensualidad, y por el otro con algo más intuitivo e irrespetuoso. Y ya hablando de falta de respeto, el cantautor ofrece su visión del estado actual del rock chileno: "creo que yo no podría hacer un análisis tan hondo del asunto, pero para mí la música de Javiera Mena es mucho mejor que la de Los Bunkers, así, simplemente. Creo que ella debería ser más famosa que ellos, pero quizá sea cuestión de tiempo para que suceda algo interesante". Con mucho de Violeta Parra y Victor Jara detrás, a Gepe ya lo llaman exponente del folclore pop, pero él prefiere quedarse sólo con el apellido cuando habla de sus influencias; "claro que escucho mucho folclore chileno, pero creo que ahora estoy más cerca del pop. Vamos, he escuchado harto a Dylan y conozco el trabajo de Banhart, pero también me encantan The Beach Boys o Talk Talk, cosas más pop".
(Gepinto fue lanzado en el año 2005 en Chile, sin embargo es hasta 2007 que puede ser conseguido en México).
surferofiero@yahoo.com.mx

Thursday, December 06, 2007

Taconazos, sombreros y balazos


Suele ocurrirme que llego demasiado tarde a la fiesta. Y con el “pasito duranguense” sucedió de nuevo. Todos bailaban y gozaban el nuevo estilo de baile cuando yo ni siquiera sabía que existía. Pero mi retardo no iba a detenerme, así que apenas tuve la oportunidad me estrené en ese contoneo que, a decir verdad, es de lo más grotesco (tal vez por eso me animé a reproducirlo). Un par de fiestas fueron suficientes para que me fusilara los movimientos básicos. Para hacerle al “duranguense” hay que ser tosco, con eso basta, no se requiere demasiada habilidad; se pegan los codos al torso y a menearse dando vueltas se ha dicho. Sólo lo bailé una vez, y hoy que me enteré de que Paulo Sergio Gómez Sánchez fue asesinado sé que no volveré a hacerlo.

No estaba al tanto de que un conjunto llamado K Paz de la Sierra era quien cargaba sobre sus hombros toda la fama de la escena “grupera”, ni de que Paulo era motivo de suspiros. Formado en Chicago, el grupo apenas había debutado hace cuatro años, y no estaba haciéndose el pretencioso con el título de su plato debut, Arrasando con fuego. De verdad su cancionero estaba –aún lo hace, de hecho- haciendo a un lado a cualquier competidor. El sonido de K Paz es identificable apenas pasan un par de compases, no hay falla. Limitado y predecible, sí, pero justo lo que la escena pop local requería, y quien no lo crea sólo necesita asomar la nariz a cualquier fiesta en la esquina o sentarse junto al chofer del autobús. K Paz era un chingadazo desde hace tiempo, se acabó, que yo no estuviera del todo consciente de lo importante que era su estética sonora en el rostro de México era ridículo. Supe de primera mano lo que los De La Sierra representaban para su público hace unos meses, cuando asistí a una entrega de premios donde el grupo de Paulo ejecutó unas cuantas canciones. Para entrar había que encimarse ropa “formal”, sin embargo justo frente a mí, tres hileras de butacas estaban atestadas por el club de fans de la agrupación, y todos los integrantes ignoraron olímpicamente la sugerencia de “formalidad”; llegaron a la cita tal cual uno se alista para hacer compras en el tianguis. Para ellos, ningún “artista” se ganó aplausos, ni uno solo mereció que se levantaran de su asiento, excepto los de K Paz (yo compartí su buen gusto). Seguidores fieles, entregados. Honestos. Nada de poses, peinados ridículos ni pantalones untados. Les gusta cantar “Mi credo” y ya, el resto son meditaciones para necios desocupados.

Ya existía un desencuentro (materializado con el nacimiento de otro proyecto, AK7), sin embargo K Paz tenía toda la carretera enfrente y de hecho apenas iniciaba la promoción de un nuevo álbum, Capaz de todo por ti. Para algunos, sus logros fueron casi gratuitos porque hacían suyas canciones de éxito popular ya garantizado pero, vamos, parece que justo eso era lo que hacía falta que alguien hiciera. Y además atascaron las pistas de baile de todo México a punta de taconazos. Yo prefiero la onda duranguense a la del reggaeton, por mucho, pero ahora dudo seriamente que mis evoluciones como dandy del baile grupero progresen. Sí, Paulo Sergio Gómez Sánchez fue asesinado, y con mucha saña. Estrangulado y con los genitales quemados, hubo que reconocerlo gracias a un tatuaje que portaba en el brazo izquierdo. El tipo sufrió en serio con su tortura y supongo que sus detractores -hay millares- deben estar harto felices con los resultados (por ahí leí: “los malos humanos mueren estrangulados y con los huevos rostizados”). Por mi parte, ¿cómo atreverme a visitar de nuevo la pista, si al hacerlo me atendría a recordar un rostro martirizado? No volveré, me quedaré aquí sentado escuchando rock & roll, practicando sittin´, con la cabeza instalada en la idea de lo mucho que la llamada escena “grupera” nacional se parece a la del hip hop estadounidense. Cómo caminan la misma senda. Paulo no ha sido el primero ni seguramente será el último que muera bajo circunstancias oscuras en ese ambiente de sombreros, bailes y balazos. ¿Ajuste de cuentas? No lo sé. Pero es una pena que alguien que ha sido capaz de llenar de alegría a tanta gente- en un país desesperanzado como este- desaparezca de la tierra de una manera tan cruel. Allá va, un mártir más. Uno que me hizo bailar, casi nada.
surferofiero@yahoo.com.mx