Monday, April 14, 2008

Zero


Cuando salí del baño miré hacia el cielo. Largas tiras de luz se elevaban hasta las nubes para, al final de su trayecto, unirse y formar una luna artificial. Avancé corriendo hacía el lugar de donde provenía el estruendo: un amplificador Marshall. Dando empujones, me abrí paso hasta estar frente al tipo de cabeza rapada con falda brillante que usaba las bocinas como capa. Lo tuve cerca, muy cerca. Tanto, que cuando interpretó “1979” sentí que las palabras de su canción llevaban diez años esperando ese momento para ser comprendidas, y que su paciencia se vería recompensada por mis actos. A esa hora comencé a dudar, a dudar de casi todo. Para empezar: ¿mis hombros estaban mojados por lluvia, sudor o cerveza? ¿O por una combinación de los tres líquidos? Lloré un poco para agregarle sal a la mezcla ayudado de ese fragmento de Melancolía y tristeza infinita. Esuchando "1979" comprendí que ya es hora de quitarme de encima la capa de distorsión. Billy me lo dijo. Desde ahora seguiré la dirección de la luz, hasta detrás de las nubes. Ahí montaré esa luna artificial y esperaré a que el polvo estelar del amanecer me bañe de brillantina.