Monday, June 23, 2008

Bicla

Mientras estoy por acá, la ruta de los días va así: las mañanas son para subir, las tardes para bajar. No hay opciones; todas las calles están empinadas. Y empedradas. Después de varios días escalándolas, los muslos se van cansando. A veces despierto y las piernas me duelen, no sé si eso ocurre después de tanto bajar o de tanto subir. En la escalonada de ayer encontré un lugar donde rentan bicis. Desde mi casa pueden verse montañas verdes y caminos listos para ser recorridos en dos ruedas, así que me pareció que mis sábados podrían ocuparse de esa manera. Me imaginé rebanando la carretera, haciendo un humilde tour de france con los Kinks en los audífonos. Lástima que el precio de la renta rasca las nubes. Haciendo un cálculo apresurado, con lo que gastaría en tres rentas podría comprarme una bicicleta nueva (algo que desde hace tiempo tengo planeado). Los precios de verdad están jalados del greñero, aunque los argumentos del dueño de las ruedas son sólidos: las bicis son buenas, de hecho, son muy buenas. Y enlista marcas. Y habla de cascos y de seguridad profesional. Muy bien todo eso, me gusta la idea de pedalear cómodo y seguro pero, para andar en bici sólo se requieren dos piernas y dos ruedas ¿no? De momento seguiré a pie. Nada de cuatrimotos. Si acaso, me sentaré en la joroba de un camello y desde ahí comandaré la ruta, porque los elefantes –incluido Gadesha- han quedado fuera del juego.

Wednesday, June 18, 2008

Elefante

Dear Wendy. Me arremangué los pantalones cuando las calles, literalmente, se transformaron en ríos, y así anduve. La pata de un elefante presionaba mi pecho con la saña que se aplasta la colilla de un cigarro. Opresión y escándalo celeste. Abrí mi paraguas y escuché a de The Withsundays. Me asomé detrás de los portones y encontré jardines olorosos a pizza y cerveza. Cuando llegué mojado a casa descubrí que había goteras y que una cubeta no sería suficiente para solucionar el problema. Salí al balcón y las calles seguían vacías. Llovía aún. Llovería toda la noche. Nadie extrañaba a nadie. Y nadie podría creerme que una vez seco me preparé una ensalada para luego confundir mi risa con tristeza, mirando un capitulo de Ren & Stimpy. Nadie me creería que viendo a Stimpson J. Cat pasar de la niñez a la adolescencia descubrí que los elefantes no sólo mueven la trompa en los circos.

Monday, June 16, 2008

Lon Chaney

Querida Wendy. Yo creo que debería existir una fórmula que explicase por qué escuché “Lon Chaney” a las veinte con cuarenta y cinco ayer domingo. Y por qué justo en ese momento preciso todo comenzó a moverse alrededor de mí. Alguien debería explicarme las causas por las cuales hice una pausa tan larga como un suspiro para dirigir la mirada hacia la ventana de la cocina. ¿Por qué en el mero instante en que las bocinas desparramaban ese “you look so sad with the face of stone…”? Si los hombres de ciencia se dedicaran a estudiar esa clase movimientos viviríamos en un mundo mejor. Al menos yo me sentiría un poco más aliviado. Hablo de encontrar la fórmula que explique con detalle cómo suceden los movimientos determinantes en la vida de un hombre, como cuando decide rebanarse el pecho de un hachazo o consigue que la música gire a su alrededor. Tal como yo hice ayer por la tarde, a las veinte con cuarenta y cinco. Es que Wendy, donde estoy, a las 21 horas el sol se está despidiendo. Y supongo que ese fenómenos sí está perfectamente explicado por los hombres de ciencia.


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