Dudo mucho que el cuarteto capitalino Los Nena pretenda lucir como “provocador” cuando comete la osadía de grabar un disco y encima ponerlo a la venta. Para hacerse el maldoso y con esa acción llevarse unos cuantos billetes a los bolsillos hay otra clase de grupos. Los Nena no tiran mala leche, para nada. Abel, José Miguel, Daniel y Melchor lo que hacen es simplemente declarar sus principios. Aunque eso sí, los fundamentos que rigen sus movimientos sonoros parecen regirse por las leyes del caos. En cuanto a lo de los billetes, dudo mucho que Los Nena funcionen como una fuente segura y fluida de ingresos para sus integrantes. Quienes hayan estado cerca del par de discos que a la fecha han publicado esos cuatro sabrán de lo que hablo; algo así no es un buen negocio. Y si sus estómagos soportaron el castigo de escuchar completo alguno de esos discos- o si de plano ya tienen bien llagado el estómago, los dos- seguro se habrán preguntado si es posible reproducirlos en directo. Afortunadamente, el “sonido nena” puede reproducirse en directo, aunque no es sencillo encontrarse al cuarteto sobre el escenario. Así que verlos anunciados en el Alicia era una oportunidad que había que aprovechar. Después de ausentarme un buen tiempo del agujero aquel, asistí al Alicia. Una vez adentro, descubrí que todo permanece intacto. Para bien o para mal. Pedí una chela mientras veía a algunos de los miembros del combo paseándose por el lugar, también con su trago en la mano. Yo esperaba el momento de verlos sobre el escenario cuando Abel trepó la tarima para anunciar que, esa noche, “parecía” que Los Nena no se presentarían y que a cambio el dúo Yokozuna haría lo propio. Y eso sucedió, Yokozuna tocó. Aunque el ruido estaba ahí, y a pesar de que Nos Llamamos ya había tocado e incluso el “ plato fuerte” de la tocada ya había sido devorado – la presentación del disco de Silencios Incómodos-, en realidad la mayoría de los ahí presentes estaban aguardando a que Abel y sus compinches ejecutaran su collage sónico apto para tripas de acero. Finalmente, después de que Yokozuna sudara allá arriba, Los Nena montaron sus instrumentos y yo respiré aliviado. Con ellos enfrente, haciendo lo suyo, no importó la hora (ya pasaban de las dos AM) ni la preocupación de buscar un taxi a la slaida. El cuarteto presentó un show que resultaría ocioso describir, porque hay que tenerlos enfrente para saber de qué se trata. Pero puedo decirles algo: esa madrugada el combo ofreció un espectáculo gratificante. Los he visto varias ocasiones, siempre me sacan una sonrisa y otra vez ocurrió; grandes momentos: “Señor primas”, “Pues qué hago aquí”, “La velocidad exacta”, “El papel de las culpas”…
Vacilaría al recomendar a quien no conozca a Los Nena que asista a alguno de sus conciertos, lo correcto sería ponerlo sobre aviso, solicitándole pensar un par de veces si lo más conveniente es que gaste su dinero de esa manera, pero como con Los Nena la corrección merece un lugar cercano a una letrina, pues qué: cuando sepan que Los Nena van a tocar, asistan, sin dudarlo. Sostengo firmemente que es uno de los mejores proyectos sonoros que México ha escupido. Un proyecto incómodo, caprichoso y hasta mamerto. Pero así son las nenas, todas las nenas.
surferofiero@yahoo.com.mx
3 Comments:
Lastima, y no se me hizo atestiguarlos en una de sus tocadas.
me agradó encontrar una reseña tan tormentosa...
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