Tuesday, May 16, 2006

Los Tres, Rubén y mi chis



El viernes me presenté en las oficinas de EMI en México, para platicar con Los Tres, uno de mis grupos favoritos. Estuve muy nervioso durante la espera- que se prolongó por horas- porque desde hace años ansiaba platicar con ellos. Ya lo había hecho con Álvaro Henríquez, el vocalista y guitarrista, pero esta vez estarían presentes Ángel Parra y Roberto Lindl, y eso elevó mi ansiedad desde que me enteré que los tendría enfrente*. Los Tres son una maravilla, cómo no, pero no abundaré sobre eso aquí, lo único que haré es comentar un hecho bastante lamentable que ocurrió un par de días después. El conjunto chileno se presentó el domingo por primera vez ante el público después de su disolución, hace seis años. Desgraciadamente Rubén Albarrán (vocalista de Café Tacvba) se encargó de arruinar, hasta donde le fue posible, el esperado concierto de regreso. Muy vergonzoso. Comprendo a Los Tres, el tipo es su amigo y a veces es difícil decirle a tus amigos que están haciendo el ridículo, que están estropeando la fiesta, pero lo de Rubén fue demasiado. Me han dicho que soy exagerado, pero ¿estuvieron ahí, lo presenciaron? Yo estaba atorado en medio de la multitud después de más de una hora de espera y lo resentí mucho. Ya me había tomado unas cervezas – por las que por cierto pagué como si fueran Guiness de barril- y no podía escapar al baño porque si lo hacía perdería mi lugar frente al escenario, así que mi espera fue dolorosa y al final no me sentí del todo recompensado. Es que Los Tres lo hicieron bien, pero ese Rubén… Quiero contarles lo que sufrí en la espera, así, atorado en la masa y con la vejiga hinchada.

Yo confiaba en que soportaría la friega y que mis ganas de orinar no serían más poderosas que mis deseos de ver a los sureños de nuevo, pero una alteración en el horario del concierto masivo provocó que mi suplicio se prolongara. Cuando en las pantallas de lugar se anunció el cambio de horario y que Los Tres tocarían una hora más tarde, supe que estaba perdido. He escuchado historias de gente que “se hace”, así nomás, en medio de la gente, porque no se aguanta las ganas, y yo empecé a sentir que eso podría sucederme. Por eso me envalentoné -en parte gracias a la cervezas que ya me había echado- y aproveché el tumulto para tomar uno de los vasos que había vaciado y ahí me hice, sí. Yo volteaba a discreción mientras orinaba en el vaso, pero ¡nadie me pelaba! Es sorprendente lo fácil que fue. Afortunadamente estaba parado justo sobre una coladera y ahí dejé caer el vaso una vez que terminé. Me sentía bien entonces, listo para disfrutar la tocada y después vino lo del Rubén. No puedo entender que haya arruinado la presentación de Los Tres de esa manera y que se bajara del escenario tan campante.

Es bien sabido cómo se las gasta el público mexicano cuando algo le disgusta. Sin embargo esta vez la masa no cumplió con las expectativas del momento porque incluso aplaudieron el pésimo desempeño del diminuto cantante al lado de los chilenos. Café Tacvba es un grupo harto sobrevalorado, en toda América. La radio y demás alcahuetes se han encargado de sobredimensionar su obra sonora hasta niveles ridículos, ¿ejemplos? Los de Satélite (un lugar común que me tiene hasta la madre) han grabado ya el “álbum blanco mexicano” y el “Kid A en español”. Calificativos así de torpes han conseguido que “la banda” no le pueda poner un dedo encima al conjunto y quizá por eso el público se quedó así, aplaudiéndole a Rubén sus garrafales errores sobre el escenario. Porque todos los notaron, fueron muy evidentes y hasta Los Tres se reían entre ellos, como diciendo: chin, ya la cagó otra vez este buey. El público, por su parte, no se las gastó como suele ante tantos errores. ¿Respetuosos y tolerantes? No lo sé, lo cierto es que no le arrojaron objetos para que se largara de ahí ni le mentaron la madre. Antes, por la tarde, había tocado Amaral (un dúo de pop español) y no le permitieron que terminaran su set; obligaron al par de músicos a bajarse con los groseros modos que omitieron para Rubén. Así que ¿respetuosos y tolerantes?

Yo me quedé ahí parado, impotente y desarmado; irrespetuoso e intolerante. Observando cómo el líquido espumoso de mi vaso desaparecía por el desagüe; escuchando cómo Ruben se saltaba estrofas o de plano se adelantaba en una y otra canción. Pensando que cuando Los Tres regresen a México lo mejor será colocar a un policía cerca de la tarima, para que se encargue de negarle el acceso al señor Albarrán al escenario. Que el muchacho se embrutezca con lo que guste, hasta el amanecer. Que siga haciendo con su grupo “los discos más chingones del rock en español”, pero que no cante ni una con Los Tres nunca más. Por favor.

*Muy pronto publicaré la entrevista que sostuve con el ahora trío chileno.

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