Ya vine

Cuando un blog pasa demasiado tiempo sin ser actualizado, el encargado de hacer el trabajo se aparece con la gracia de que ha estado “demasiado ocupado”, o alegando que no ha pasado “nada trascendente en su vida”. Esto lo digo porque pasé más de un mes lejos de aquí, pero yo no estuve demasiado ocupado, es más, creo que nunca lo he estado en realidad. Además en mi vida sí pasan cosas importantes -por ejemplo, hace poco me reuní con mis ex compañeros de la universidad- así que las razones por las cuales no he andado por acá son otras. Estoy asqueado de la mentada blogósfera. Esa es la verdad.

Se supone que este es un espacio dedicado a la música, ¿de acuerdo? Pues casi todos los blogs de esta calaña me ponen de malas, especialmente los que hablan de indie y similares. Yo no me escapo. Claro que no. En una de esas algún desocupado se topa con este atascadero que tú ahora mismo lees, y hay muchas posibilidades de que se burle de mí. Yo mismo lo he hecho. A veces releo lo que he escrito y, honestamente, me siento avergonzado. Es decir, ¿quién me creo para hacer esto y, hay que ser realista, para qué sirve? ¿A quién le importa que yo considere que Abraham Boba grabó un disco esplendido? En todo caso lo importante es escuchar el álbum en cuestión, pero nada más. Yo y mis apreciaciones sobran, absolutamente.

Últimamente he estado leyendo algunos cuantos blogs de música y es sorprendente la cantidad de estiércol que uno puede encontrar al dedicarle unos cuantos minutos al asunto. La red está plagada de tipos que hablan de decenas de discos con una pedantería, con unos aires de sapiencia… Considero que para escribir sobre música en los blogs, obligatoriamente, hay que cumplir con un requisito: ser soberbio. También se requiere dominar una cantidad de géneros musicales apabullante; pasar del metal sinfónico al folk más freak y de ahí al disco de moda que la comunidad indie alaba. No sobra ofrecer referencias oscurísimas sobre algún grupo hundido en algún pueblo polvoriento de Escocia o Denver pero que es, se supone, “genial”. Qué bien todo eso, pero en mi paseo por los blogs de los "expertos" jamás encontré referencias a lo que las canciones les hacen sentir a los autores. Buscaba palabras ciertas, no frases más sobadas que el catálogo de los Beatles. Oígan, bloggers cultos, les hablo a ustedes: ¿cómo quieren hacerme creer a mí, un inocente que sólo atiende lo que le ofrece la FM y el televisor, que se han compenetrado emocionalmente con una obra cuando lo único que han hecho es escuchar un disco dos veces, por encimita? ¿Qué no se dan cuenta que no consiguen el timo? Además sus frases de verdad dan comezón en las bolas. Ejemplos: “uno cree que nada va a sorprenderlo y ¡paf! sale este disco a la venta”. For- mi- da- ble. O esta: “definitivamente estamos ante la banda más importante de nuestros días con su disco más perfecto”. “Música celestial con una base rítmica simplemente brutal que hace creer que el diablo masca bubli”. Joder. Ni siquiera saben cómo está constituida una base rítmica y mucho menos que existe un chicle marca bubli. Sus frasecillas son producto de chaquetas prolongadísimas frente a su In- D televisor, la radio "independiente" y una bola de amigos dizque freaks a quienes les fascina mezclar palabras “súper contundentes y locas”, del tipo “La Melancolía Indescifrable de un Grupo Densamente Emocional”. Hablan incluso de curaduría a la hora de hacer selecciones sonoras cuando ni siquiera pueden leer una cuartilla en voz alta sin antes trabarse. Pero esperen, son personas, qué digo personas; ¡freaks clavadísimos en la música! Prácticamente no hacen nada más que escuchar discos todo el día.

De verdad, ¿existirán tipos capaces de escuchar más de 300 álbumes en un año, de tragárselos todos? ¿De a uno diario o cómo? Y luego resulta que todos esos discos son lo suficientemente grandiosos como para nombrarlos en Lo Mejor del Año. La verdad, respeto a esos escuchas por su capacidad, pero no seguiré sus recomendaciones. No son de fiar. Sus oídos van tan rápido, tanto, que no pueden detenerse a sentir la música, porque tienen que presionar download en ese álbum que sale hasta el verano pero que ya pueden tener para decir “está buenísimo” antes que todos. Aunque bueno, luego se retractan cuando leen que Rockdelux dijo lo contrario. Yo no aguanto su ritmo. Y tampoco los aguanto a ellos. No volveré a hacer más listas de lo “mejor del año” porque en la que redacté debí incluir la antología doble de The Yardbirds, o la de The Hollies. Esos fueron los platos que de verdad me sacudieron durante el año, los que más escuché. Pero en mi afán de hacerme pasar por Mr. Cool no los puse. ¿Qué debería poner los detalles de esos blogs que me dan asco? Cierto, pero este espacio apestoso a bosta se ha caracterizado por ser descarado, torpe e intolerante, así que ahí lo tienen, una muestra más. Lo repito: odio a los blogs de música. Empezando por este.