Tuesday, June 27, 2006

Mikel Erentxun


Un clásico
Por Alejandro González Castillo

Mikel Erentxun está sentado frente a mí. El hombre que junto a Diego Vasallo formó Duncan Dhu. A su lado hay un estuche, dentro de él, una guitarra. Por un segundo estoy tentado a pedirle que tome ese instrumento y que cantemos algo juntos, no sé, algún rockabilly de esos viejos y copetosos Duncan Dhu, pero yo he llegado hasta ahí para hacer preguntas. Cantar canciones es buena idea, pero el lugar no es el apropiado, además ¿por qué habría Mikel de aceptar tocar un par de piezas conmigo? Aunque ¿por qué no, que no eso es lo que le gusta hacer; cantar canciones? Erentxun está sentado frente a mí. Sus composiciones son clásicas en el cancionero del pop en español, y con él no es necesario buscar pretextos para charlar, su figura y trayectoria son suficientes. Ese hombre espera mis preguntas, así que preguntaré. Más tarde le insinuaré que agarre esa guitarra.
El sonido de tus discos en solitario le tienden fácilmente la mano a los que hiciste con Duncan Dhu ¿es que no puedes sacudirte ese sello de encima?
No, y tampoco lo he intentado seriamente. Sí que hay discos que se han alejado un tanto más de Duncan Dhu, como El Abrazo del Erizo y Autómatas, pero es cierto que muchos otros están muy cercanos a lo que fue la propuesta de Duncan Dhu. Es que me siguen interesando las mismas cosas que me atraían hace más de diez años. Además, realmente nunca salí del grupo. Cuando empecé a grabar discos al margen de él, sí que intenté un poco separarme, porque había dos carreras en paralelo, pero desde que ya no existe, dejé de preocuparme en si lo mío se parece o no a lo que hizo Duncan Dhu, ya no me importa tanto.
¿Extrañas?
No. Tengo muy buenos recuerdos, le guardo muchísimo cariño a esos días, pero trato de mirar siempre hacia delante.
Te pediré que vayamos un poco hacia atrás, ¿qué me dices de Los Aristogatos, esa banda seminal que degeneraría en Duncan Dhu?
Uy, Los Aristogatos, esos están en el pasado más remoto. Bueno, te diré que las ganas de hacer música son las mismas de entonces. He aprendido mucho, pero eso no es demasiado bueno porque se pierde la frescura y la inocencia, aunque aún sigo igual de inquieto.
Ese pasado remoto, ¿crees que siga luciendo fresco, consideras que tus canciones han envejecido con dignidad?
Yo creo que cada canción y cada disco tiene su por qué en cada momento. Hay algunas letras que me sonrojan cuando las leo, pero son canciones que escribí con 19 años encima, no es lo mismo que escribir algo a los 29 o a los 39. Las letras de las canciones hay que analizarlas en su contexto, y en ese sentido hay algunas que envejecen mejor que otras.
Por ejemplo, ¿cuáles permanecen intactas con el paso de los días?
Yo creo que “Cien gaviotas” sigue joven, también “Una calle de París”…
A mí, “La vieja escuela” me habla de emociones de hace mucho tiempo, pero que apenas repaso y descubro siguen frescas.
“En la vieja escuela”… oye, hace muchísimo que no la toco… La tenía prácticamente olvidada. “En la vieja escuela”…
Aquí tienes tu guitarra…
… la guitarra es un instrumento básico en mi vida, suelo acercarme a ella para componer. Cualquier canción mía, tomas una guitarra y la puedes interpretar, porque ha nacido de ahí. Yo hago canciones de guitarra y voz.
¿No hay planes de cambio al respecto?
A mí así me funciona excelentemente, es una forma de trabajo que me costaría trabajo modificar. He hecho cosas en el piano, en la computadora, pero sigo siendo clásico a la hora de fabricar música, prefiero la vieja escuela; sentarme en el sillón con mi guitarra…
Esa afición por los viejos modos ¿incluye al proceso de grabación?
Sí, yo prefiero el sonido vintage. Sigo grabando -aunque parezca mentira- con sistemas analógicos. Odio pro tools, soy un ser humano anclado en el pasado en ese sentido. Soy de los pocos artistas en España que aún graban en análogo, sin recurrir a la computadora.
Tus guitarras también son viejas.
Sí. Siempre toco con Gretsch o Gibson, alguna telecaster. De amplis, Vox de bulbos. Soy clásico.
Sí. Clásico. Formas parte del sonido que definió al pop en España, ¿cómo encuentras la escena, a los grupos nuevos?
Pareciera que el rock, al menos a nivel mainstream, se mantiene escondido. El rock está ahí. Ha conocido mejor épocas, pero siempre está ahí. En España, actualmente hay una saturación de cantantes melódicos, folclóricos, con sonidos muy alejados del rock. Allá no está de moda, pero existe, tiene un circuito y jamás ha desaparecido, aunque no es como en los ochentas, cuando estaba de moda. Los ochentas fue una época muy interesante, y pienso que la de los noventa ha sido la década más floja que ha existido, desde los cincuentas. La gente estuvo perdida, no hubo una tendencia clara. Quitando el hip hop y la música para bailar no hubo nada realmente novedoso. Aunque eso del mainstream es bastante maleable, por ejemplo, en España en cuanto tienes ventas a nivel masivo, ciertos niveles de la crítica te dan la espalda y no te valoran. En cambio en EU yo empecé desde abajo, con diarios alternativos, y allá me consideran alternativo. No creo serlo, pero estoy mucho más cerca de eso que David Bisbal.
¿Te sientes “padrino”, al lado de Duncan Dhu, de ese oleaje de combos españoles que hacen pop con olor a madera, de aire independiente?
Sí, creo que Duncan Dhu creó escuela. Comenzamos siendo un grupo independiente, muy pequeño, nos gustaba el rock, pero de propuesta minimalista. En San Sebastián, por ejemplo, hay propuestas como La Buena Vida o Family, grupos que han circulado por esa escuela de pop preciosista. Yo creo que Duncan Dhu ha creado escuela por ahí, definitivamente.
¿Volverías a armar otro grupo como ese, con otro nombre, otros integrantes?
No. Mi banda es y ha sido Duncan Dhu. Si alguna vez vuelvo a hacer una banda, será esa.


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Sunday, June 18, 2006

Six feet under


Jamás he tenido TV de paga, soy de los jodidos que se conforman con lo que Televisa y TV Azteca tengan para ofrecer. Quizá nunca he contratado esa clase de servicio porque hasta la fecha no he encontrado en él algo que valga tanto la pena como para pagar por verlo. Siendo màs específicos, me atrevo a decir que no me existen series interesantes por cable, por eso dudo mucho que alguna vez contrate algún servicio de esos. ¿Pagar por MTV, Telehit y los canales especializados en películas? No, gracias. En alguna madrugada de ocio, paseando del teclado de la compu al televisor, me encontré con Six Feet Under, una serie que, ahora sé, se llegó a transmitir por algún canal de cable, pero yo me la encontré casualmente en el cinco, de a gratis. Al menos tres veces pasé por algún episodio sin hacerle demasiado caso, hasta que me detuve a ver el final de uno y a la siguiente noche ya estaba listo para ver el que seguía. Lo que entonces me envolvía era ir descubriendo de dónde venían las situaciones y los personajes, porque cuando comencé a verla ya llevaba un rato trasmitiéndose y la trama iba suficientemente avanzada. Ya planeaba declararme públicamente seguidor asiduo de Dos metros bajo tierra (como la titularon acá), cuando repentinamente dejaron de transmitirla, parándome en seco. Me quedé con ganas de ver más – calculo haber visto unos seis episodios- y apenas con el título de la serie como dato (ya saben que Televisa suelen cortar los créditos) para seguir adelante por mi cuenta, sin la ayuda de canal 5. No les platicaré la trama, para qué. Lo que sí diré es que me tiene agarrado de las greñas y quiero ver más y más, saber qué va a sucederle a esa familia de sepultureros. No me siento capacitado para hacer un análisis de Six Feet Under ni para decir por qué para mí es una chingonería. Además, me molestan las personas que “analizan” programas de TV, como si valiera la pena hacerlo.

En donde si quiero estacionarme un par de minutos es en la banda sonora musical. Me atrajo especialmente, incluso antes que la trama y todos los detalles que, tengo que repetirlo, la hacen una chingonería. “Spooky”, de los macizos Classics IV, incluida en algún episodio, me hizo ver que los que están inmiscuidos en dotar de música a la serie para nada son unos iniciados, y a esa le siguió “One time too many”, de PJ Harvey y luego The Dandy Warhol´s y The Beta Band. Acabo de hacerme del tomo dos que colecciona algunos momentos relevantes del sonido de la serie, se titula Everything Ends y la portada es igual a la que presume la quinta temporada de la serie. Aparentemente el plato no aloja nada nuevo bajo la lápida (Interpol, Phoenix, Coldplay), pero en las esquinas de la losa, entre el musgo, se asoman los gusanos que seguramente emergen a la superficie después de lamer el cuerpo que dos metros abajo descansa: Nina Simone, Radiohead e Irma Thomas con tracks espesos de verdad y que jamás pararán de hacerte temblar: “Feelin´good”, “Lucky” y “Time is on muy side”, respectivamente. Además le pongo acento a Death Cab For Cutie y la maravillosa “Transatlanticism” y una canción escrita exclusivamente para la serie a cargo de The Arcade Fire, “Cold wind”. Yo apenas he visto hasta la segunda temporada, y cuando “Spooky”, de esos Classics IV, reventó en el tercer capítulo, me hizo dudar lo que ya sostenía como una certeza: todas las series de TV son una mierda. Sigo creyendo que jamás contrataré TV por paga; Six Feet Under me hace sostenerlo porque es una serie que hay que disfrutar a la hora que uno quiera y porque no me parece que esté como para tomarla a la ligera y que sea interrumpida por algún comercial del candidato en turno. Apenas puedo esperar a descubrir en qué momento y bajo cuáles circunstancias “Lucky” entrará como sonido incidental. Porque déjenme decirles que la de Classics IV aparece justo cuando el padre de Nate, fundador de la empresa mortuoria que sostiene a la familia Fisher, se atasca de coca entre hippies y motociclistas en un apartamento que solía utilizar para fiestas locas sin que su familia se enterara, y ahí…

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